No tenian motivos para sonreir, pero ahi estaban en medio del jodido lugar, tratando de salvar lo poco que les quedaba por salvar, y es que el frio no avisa. La lluvia no te toca, viene derrepente envuelta en rocones y con veloz crueldad se lleva todo lo que está a su paso.
Fuimos al cerro conocido como Ticllo Chico, en Villa Maria del Triunfo. A medida que subíamos la cosa se ponia mas difícil. Mis zapatos se cubrian cada vez más de barro y la gente nos repetía la misma frase: "Mas arriba esta peor", y nos señalaban la última casita del cerro.
"Pucha, no llegamos ", me decía el redactor. y poco a poco veíamos a la unidad movil cada vez más pequeñita. Al llegar a la cima, nos topamos con una señora que con sus hijos a cuestas trataba de limpiar el lodo afuera de su casa, con un baldecito, lo que era casi absurdo , pero sabíamos que ella por sus hijos era capaz de lograr algo imposible.
Avanzamos y ahi estaba el pequeño en el filo de la puerta de su casita, que quedaba al borde del cerro, con sus pies descalazos. Como si hubiera esperado nuestra llegada, empezoó a sonreir y me preguntó si quería conocer a su hermanito. Le dije que sí y el niño entró rapidito a su casita. A l toque lo trajo cargando a su hermanito, sin zapatos en medio del charco de la lluvia, y seguramente sin haberse llevado un pan a la boca. El pequeñín me obsequió su mejor sonrisa, ya que por más que carezcan de comodidades, nadie les podrá quitar esa sonrisa inocente que te abre los ojos y te aclara que tus problemas no te pueden obligar a perder lo único que nos levanta el ánimo y no cuesta nada: la sonrisa.
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